Una manta. Una silla. Estrellas.

Y de pronto, el universo era mío. 

La ciudad bajo mis pies. El abismo sobre mi. 

Por primera vez no me sentí pequeño ante la inmensidad. 

Ni el mar podía conmigo. Yo era fuerza. 

En mi silla, con mi manta, junto a mis estrellas. Yo.

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