andén
Pensé en darte la vida que otorga un sueño.
Llenarte de las palabras que siempre quise decir y a las que jamás encontré un destino.
Me propuse escribir en ti todos los días, todo lo que (me) pasase.
Te vi, en la tienda, y te quise como álbum de fotos.
Te he querido como almacén. Y has cumplido tú cometido.
Ahora, y espero que me perdones, has de hacerme un favor. Te dejaré aquí, en este andén.
¿Harás el favor de esperarla a ella? Debes tener cuidado, es difícil de reconocer, pero confío en que tras tantas descripciones tú si seas capad de encontrarla.
Bien, allí llega mi tren, tú solo recuerda trasmitir en cada palabra que escribí en ti ese tono que solo puedes darle tú, amigo mío, necesito tu rencor hacía ella, por no haberme permitido escribirte un “fueron felices”.
Recuérdale que ya no la busco, que no se esfuerce en ocultarse; que no se ponga a la luz, que ya no la veré.
Adiós, adiós.
Comentarios